jueves, 28 de mayo de 2009

A un mes del año



Lía sigue creciendo, cada vez más rápido, cada vez con más evidencias. Es encantador escuchar su amplio repertorio de ruidos de animales, al inicio fue el león y el caballo y ahora sabe imitar un elefante, un perro, un gato, una vaca, un changuito, un tigre, hacer boca de pescado y hoy aprendió a zumbar como mosca.
Su lengua se presiente ágil y rápida, le vemos en el cotidiano intento de articular palabras; por ahora las más claras son mamá, papá, nena y agua, aunque algunas veces dice ten, aquí está y Kitty (no me vean feo). La pelota es "pa" y la piñata "ta".
Sabe perfectamente dónde está su pelito, sus ojos, su nariz, sus pies, sus manos, su barriga, su pechuguita, su ombligo, sus orejas y hasta sus rodillas.
Con este recuento, más que presumir de la notable inteligencia de nuestra hijita, intento que quienes la quieren y están lejos, puedan imaginarla más claramente y conocerla un poquito a la distanica.
Ante el inevitable paso del tiempo, tuve que tomar la decisión de empezar a destetar, lo haremos de una forma suave y lenta, quitando una toma a la vez. Apenas llevamos dos días sin la primera toma y yo me imaginaba escribiendo sobre el llanto inconsolable de Lía, sobre las horas en vela, el cansancio y la terrible experiencia de quitarle algo que le gusta tanto, pero la verdad, al menos para ella el inicio ha sido tranquilo, sin llanto, sin ansiedad ni desesperación; el único llanto inconsolable que hubo que calmar ayer fue el mio, parece que ella está más lista para la separación que yo. Espero sigamos así que el camino es largo e incierto. Ya les contaré en qué va y cómo sigue y seguimos creciendo.

jueves, 14 de mayo de 2009

El Chico


Desde antes que naciera ya soñaba con llevarla al Chico, será que recuerdo la sensación de ser niña y estar ahí, libre, rodeada de verde y en fusión con la naturaleza.
Como muchos saben , su primera visita fue trágica porque casi llegando tuvimos que emprender el regreso llenos de fiebre, llanto y malestar.
Estos días pasados, un virus parecido pero más fuerte visitó la ciudad de manera concurrida y cansados del miedo y el encierro decidimos refugiarnos en el Chico, no sin el nervio de la experiencia anterior en el cuerpo.
Afortunadamente esta segunda visita fue un éxito, cumplió finalmente las expectativas creadas durante tanto tiempo. Lía estuvo feliz, desbordada diría yo, eufórica de ganas de verlo todo y absorber tanta novedad y así, vibró en contacto íntimo con los cuatro elementos. Disfrutó el aguita del pequeño río que corre alrededor de la casa día y noche, aventó piedras al estanque para salpicar y observar las onditas creadas, vió el fuego de la chimenea e intentó apagarlo de un soplido sin conseguirlo (ver foto), respiró cuatro días de aire puro, tocó las flores, conoció los guajolotes, los borregos y los gatos de cerquita, enloqueció de gusto varias tardes en el cuato de Tere con la música y los osos, durante el día se saltó la siesta con tal de no perderse un ratito de juego y en la noche durmió a pierna suelta como ya quisiéramos que lo hiciera en la ciudad.
Esta fue la primera de muchísimas más y no hay duda que ella aprenderá a amar ese lugar mágico y a añorarlo igual que nosotros y no hay duda que será en nuestras vidas lugar de encuentro, de paz, de emoción alegre y ahora con ella que todo lo intensifica.