sábado, 28 de marzo de 2009

Narices


Lía va integrando las palabras a su experiencia; muy seguido me sorprendo al descubrir que sabe el significado de tal o cual palabra. Así reconoce dónde está pooh, dónde está su cuadro, Samorost, el móvil, la lucesita, los calcetines, el agua, papá y otras, pero mi palabra favorita por ahora es "narices", es una delicia decirla cuando está de buen humor por que inmediatamente arruga el gesto, respira rápido, entrecierra los ojos y sonríe, todo a la vez. Además sabe sin duda que nos divierte, sabe que nos gusta, nos enamora y nos tiene en su bolsillo cada vez que decide comenzar el encantador juego de las narices.

viernes, 27 de marzo de 2009

Primer dia de clase


Últimamente Lía siente una notable atracción por los perros y los niños, si vamos por la calle y vemos alguno, se retuerce, estira los brazos y quiere salirse del rebozo para alcanzarlos. Como va creciendo en un mundo básicamente de adultos, nos pareció importante que tuviera al menos un espacio en el que pudiera convivir con niñas y niños y ayer comenzó con sus clases de estimulación.
Fué una experiencia increible, creo que más para mi que para ella, yo tuve que aguantar las lágrimas de emoción en varios momentos. Entramos al salón donde había bebés y se puso feliz, se estiraba para tocarlos mientras hacía ese gestito de emoción en el que pone su boca en "o" y emite una "p" repetida y silenciosa. Un niñito que ya gatea en cuanto la vió fue hacia ella, se miraron, intercambiaron balbuceos, ella le acarició la cabeza y él le tomó la mano, así se reconocieron antes de empezar la clase.
Después estuvo atenta y emocionada con las actividades y yo también, escuchando su nombre en la guitarra, reventando burbujitas de jabón, viendo bailar a los títeres que cantaban ópera, jalando botones y cascabeles, hasta que como diez minutos antes de terminar la clase se hartó y cansada quiso acostarse y dar vueltas, había tenido suficiente por esta primera vez.

lunes, 23 de marzo de 2009

Los nombres marcan


Varios años antes de que Lía llegara, mi compañero y yo acordamos que si un día teníamos una hija se llamaría Migajita, aunque cuando supimos que venía una niña en camino, pensamos que sería mejor llamarla Lía. Sin embargo algo del alma de Migajita ha empezado a manifestarse en Lía por estos días. En general no es sencillo que coma, con la fruta se enoja y voltea la cabeza, con la verdura debe estar de muy buen humor para comer una cantidad decorosa, sin embargo, hasta ahora jamás se ha negado ante el ofrecimiento de migajitas de pan, puede ser salado o dulce, duro o blando, no importa siempre y cuando sean migajas, saborea la primera y vuelve a abrir la boca, una, dos, veinte veces para seguir recibiéndolas como si intuyera que una parte suya es y será siempre Migajita. Nuestra Lía Migajita.

sábado, 14 de marzo de 2009

Direccion de orquesta


Que Lía dirija la orquesta en esta casa no es novedad, lleva ocho meses y medio marcando por completo el ritmo de nuestros pasos. Lo novedoso es cómo se va volviendo experta en dirigir y en comunicar lo que necesita o lo que se le da la gana. Aprendió a echar los brazos, con lo que consigue estar mucho más tiempo cargada y una vez arriba, señala la zona a la que quiere ir o el objeto que quiere agarrar. Así pasamos ahora los días, yendo de los imanes del refri al vestidor, de su mueble de Samorost a la cuna y hasta la regadera para jugar un rato con la esponja seca.

miércoles, 11 de marzo de 2009

La tos mas falsa del mundo


Para este momento Lía ha descubierto que cada cosa que hace tiene un efecto en el mundo. Para comprobarlo, repite el juego de la tos como cinco mil veces al día. Se trata simplemente de toser, a veces su primera tos es real, entonces quien está cerca debe decir "ay, qué tos", luego ella repite una tosesilla cada vez más falsa y fingida, más débil y mezclada con una sonrisa de satisfacción. Puede repetirlo sin exagerar veinte, treinta o cuarenta veces, hasta que su interlocutor se cansa y deja de responder "qué tos" a cada carraspeo. Entonces deja pasar como cinco o diez minutos y el juego vuelve a empezar.

martes, 10 de marzo de 2009

Explorando


Se supone que sentarse sola la hace pertenecer a las bebés de segunda etapa, entonces hace un par de semanas que Lía entró en ésta. No sé bien lo que en teoría significa eso, lo que si sé es que Lía crece y crece, madura, cambia y exige. Por supuesto los juegos sentada son otros, ahora pasa largos ratos explorando cajas con chácharas que ponemos a su alcance; tiene ya un amplio conocimiento de mi caja de collares, la de pulseras, la de objetos surrealistas de su papá, la de triques de su cuarto y otras. Va sacando cada cosa, algunas no son causa de interés y simplemente las avienta con desdén, pero después de un rato siempre hay un afortunado objeto que logra llamar su atención y entonces lo observa como las personas adultas no sabemos hacerlo ya. Lo toca, lo suena, lo lame, lo rasca,lo choca, lo eleva, lo sacude, lo palpa, lo esconde lo busca, lo enreda, lo jala y después de un tiempo lo olvida y lo cambia por otra cosa más novedosa, más musical.
Así descubrió que las pequeñas piedras de río suenan más fuerte si se les avienta sobre la duela en vez de la alfombra y que la tapa de la caja metálica es ideal para lograr un sonido retumbón intenso y divertido.
Cada día descubre algo nuevo, cada día es más tangible y sorprendente su inteligencia y cada día me emboba más su energía y su avidez de absorber la vida.

domingo, 1 de marzo de 2009

25 febrero / 2009


Sólo él tiene la cabeza de tambor, sólo él tiene los cachetes perfectos para zumbar, ninguna cara como la suya para explorar con uñitas filosas, sobando y jalando, sólo él tiene unas orejas listas para pellizcar hasta dejarlas magenta, sólo él tiene el asiento más cómodo para dormir y y cede su espacio en la cama si se trata de volar.
Sólo ella es un elotito tierno para merendar antes del baño, sólo ella reacciona desbordándose ante los efectos especiales de los cuentos que escucha, sólo ella tiene ese olor acidito dulzón que al respiarse resulta en amor infinito, sólo ella consigue esa mirada suya suave y reposada, sólo ella fue capaz de enseñarle a llorar otra vez y sólo ella provoca su cuidado suavecito y feroz.
Sólo ella hija y sólo él papá, así se conocen, se saborean, se sienten y sólo yo soy la afortunada testigo de ese encuentro extraordinario y cotidiano, sagrado y material.